Abordajes del cuidado personal para tratar el dolor

Cuando sientes dolor, no hay nada que desees más que el alivio inmediato. Para muchas personas, eso significa abrir el botiquín y tomar el frasco de analgésicos.

Sin embargo, antes de automedicarte, debes entender de dónde proviene ese dolor. A veces las fuentes de dolor son más fáciles de identificar: Sientes un dolor de cabeza tensional después de un largo día frente a la computadora o un dolor de espalda después de rastrillar el jardín toda la tarde, o sientes dolor articular por la artritis. Otras fuentes de dolor no son tan evidentes, sobre todo cuando lo experimentas por primera vez, como el dolor de rodilla o de cadera cuando sales a caminar, o cuando el dolor persiste más de lo normal, como rigidez en el cuello o dolor en la parte inferior de la espalda que no desaparece.

En estos casos, consulta con tu médico para descartar o para tratar una posible afección grave. Sin embargo, existen diversos tipos de cuidado personal que pueden ser de ayuda para muchos tipos de dolor agudo. Además de los analgésicos de venta libre, existen varios enfoques simples relacionados con el estilo de vida que pueden ser eficaces.

Medicamentos de venta libre

Cuando vayas a tu tienda de comestibles local o a grandes supermercados, siempre encontrarás una gran selección de analgésicos. Estos medicamentos ayudan a controlar el dolor al interferir en la manera en que se desarrollan, transmiten o interpretan los mensajes de dolor.

Los analgésicos de venta libre pueden ser eficaces para el alivio de muchos tipos de dolor de leve a moderado. Algunos analgésicos también reducen la hinchazón y el enrojecimiento de la inflamación.

  • Analgésicos orales. Ese frasco de comprimidos analgésicos en tu botiquín probablemente contenga aspirina, ibuprofeno (Advil, Motrin IB y otros) o naproxeno sódico (Aleve). Estos medicamentos son más eficaces para el dolor de leve a moderado acompañado por hinchazón e inflamación, ocasionadas, por ejemplo, por la artritis, los esguinces y las distensiones.

    Sin embargo, estos tipos de medicamentos pueden tener efectos secundarios graves, como náuseas, dolor estomacal, o incluso sangrado y úlceras estomacales. Las dosis altas también pueden causar problemas renales y presión arterial alta. Estos riesgos son más altos para las personas mayores, sobre todo aquellas que tienen más de 75 años.

    El paracetamol (Tylenol, otros) es otro analgésico que se utiliza con frecuencia. Suele recomendarse para el dolor de leve a moderado que no está acompañado por inflamación, como dolores de cabeza, calambres menstruales y dolores del resfrío o la gripe. El paracetamol también puede ayudar a aliviar el dolor asociado con dolores musculares y artrosis, aunque no alivia la inflamación.

    Cuando se toma según lo recomendado, se cree que el paracetamol tiene un riesgo bajo de causar efectos secundarios. Sin embargo, tomar dosis más altas conlleva un riesgo mayor de daño hepático o renal. Este riesgo es más alto para las personas que tienen una enfermedad hepática existente o que consumen alcohol a largo plazo. De hecho, la investigación reciente sugiere que la dosis recomendada para el uso de paracetamol a largo plazo debe reducirse, de 4 a 2 gramos por día, para las personas de estos grupos debido al riesgo de sufrir problemas hepáticos.

    Habla con tu médico antes de comenzar a tomar analgésicos orales a diario y a largo plazo. El médico puede ayudarte a evaluar tus factores de riesgo y puede recomendarte una dosis segura y un programa de administración.

  • Analgésicos tópicos. Los analgésicos tópicos son cremas, geles, aerosoles y parches que se aplican sobre la piel en la zona donde sientes dolor, como en articulaciones doloridas o en músculos tensionados. Los analgésicos tópicos como el diclofenaco (Voltaren, Solaraze) y el salicilato (Bengay, Icy Hot, otros) pueden ayudar a reducir el dolor de leve a moderado sin efectos secundarios graves, en parte debido a que se aplican en forma local en lugar de extenderse por todo el cuerpo. A menudo se recomiendan para personas mayores que corren mayor riesgo de sufrir efectos secundarios a causa de los analgésicos orales.

Aplicación de calor y de frío

En ocasiones, el alivio se consigue con una bolsa de guisantes congelados o con un baño caliente. Esto se debe a que aplicar calor y frío suele ayudar a aliviar el dolor articular, la tensión en la espalda, el dolor de cuello y otros tipos de dolor.

Estos métodos funcionan de la siguiente manera:

  • El frío puede entumecer el dolor al hacer que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que ayuda a reducir la hinchazón. Por eso, cuando sufres una lesión —ya sea una picadura de abeja o un esguince de tobillo— aplicar hielo suele ser una buena primera opción. Puedes usar una compresa de hielo o una bolsa de vegetales congelados; o bien, puedes sumergir la zona afectada en un recipiente de agua helada.
  • El calor, por otro lado, es un relajante muscular. El calor ayuda a aflojar los músculos tensos, lo que interviene en el alivio del dolor. El calor también aumenta el flujo sanguíneo hacia una lesión, lo que puede ayudar a la curación. Las fuentes de calor pueden ser una compresa térmica o un baño caliente.

Los tratamientos con calor o con frío podrían resultarte útiles para aliviar el dolor. Incluso puedes alternar entre los dos, y dejar el tratamiento con frío para el final.

Desafortunadamente, el simple hecho de aplicar calor o frío no siempre quita todo el dolor. Lo más probable es que solo disminuya su gravedad y reduzca la inflamación. Sin embargo, en muchos casos, una compresa térmica o una compresa de hielo pueden aplicarse como complemento de otros tratamientos para el dolor, como los analgésicos, para aumentar las probabilidades de alivio.

Enfoques del estilo de vida

Una parte importante del tratamiento del dolor es controlar tu salud general. Cuidar de ti mismo —al ejercitarte de manera regular, seguir una dieta saludable, dormir lo suficiente, reducir el estrés y practicar la relajación— puede ayudarte a controlar el dolor.

Otras prácticas no farmacéuticas para aliviar el dolor que puedes incorporar a tu vida son las siguientes:

  • Masajes. El masaje —la acción de presionar, dar golpeteos y manipular los tejidos blandos del cuerpo— puede ayudarte a aliviar la tensión muscular y el estrés. Las investigaciones sugieren que el masaje es más útil para aliviar el dolor en el corto plazo; solo escasas investigaciones respaldan sus efectos a largo plazo. Un estudio demostró que la acupresión, un masaje especializado que imita a la acupuntura pero sin las agujas, podría generar más alivio que el masaje tradicional.
  • Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea. Un dispositivo de estimulación nerviosa eléctrica transcutánea —un aparato conectado a electrodos por cable similar a un reproductor portátil de MP3— ayuda a aliviar el dolor mediante el suministro de corrientes eléctricas pulsadas de bajo nivel que atraviesan la piel hasta la zona de dolor. Estas corrientes estimulan los nervios periféricos para inducir el alivio del dolor. Las investigaciones sugieren que la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea funciona mejor para tratar dolores leves, pero no todos aquellos que la usan se benefician.

Existen muchos otros abordajes complementarios e integrativos para el control del dolor que puedes incluir en tu estilo de vida. Estos comprenden, entre otros, la acupuntura, los tratamientos de hierbas, la meditación, la terapia musical y la hipnosis. Explora qué es lo que te ayuda a sentirte mejor; y cuando encuentres algo que funcione, ponlo en práctica de manera constante.

Cuándo consultar con un profesional de cuidado de la salud

Ya has probado con analgésicos y con masajes. Has recurrido al calor y al frío. Y, sin embargo, el dolor persiste. No te desanimes. En su lugar, consulta con tu profesional de cuidado de la salud para analizar otras opciones para el alivio del dolor.

También debes consultar con tu profesional de cuidado de la salud si ocurre lo siguiente:

  • Tu dolor cambia. Por ejemplo, el dolor que comenzó como 4 en la escala de dolor, ahora llegó a 8.
  • Manifiestas nuevos síntomas. Consulta con tu profesional de cuidado de la salud si experimentas hormigueo, entumecimiento, ardor u otros síntomas nuevos.
  • Se han agotado tus opciones. Si sientes la necesidad de tomar un medicamento de venta libre durante más de 10 días consecutivos y si otros métodos, como masajes o compresas térmicas, no son eficaces, debes consultar con tu profesional de cuidado de la salud.
  • Te sientes frustrado o desanimado. Tu profesional de cuidado de la salud debería recomendarte un plan de varios enfoques, que abarque medicamentos recetados, métodos complementarios y cambios en el estilo de vida, para aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida.

Last Updated Oct 31, 2017


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