Principios básicos de la condición física
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Sobrepeso en bebés: ¿Cuándo es una causa de preocupación?
Averigua cuándo el peso de tu bebé podría ser motivo de preocupación y cómo promover un peso saludable.
Entrenamiento: aspectos de una rutina completa
¿Es completo tu programa de acondicionamiento físico? Aquí te ofrecemos ayuda para asegurarte de incluir todos los aspectos básicos en tu programa.
Hernia diafragmática congénita
Con la hernia diafragmática congénita, el diafragma del bebé, que es el músculo que separa el pecho del abdomen, desarrolla un orificio que se conoce como hernia. Infórmate más sobre el tratamiento antes del nacimiento.
Doble salida del ventrículo derecho
En esta afección cardíaca presente en el nacimiento, dos vasos sanguíneos principales no están unidos al corazón en la posición habitual. Infórmate sobre su tratamiento.
El ejercicio y las enfermedades crónicas: infórmate al respecto
Infórmate sobre los beneficios de hacer ejercicio cuando tienes una enfermedad duradera y cómo hacerlo de manera segura.
¿Estás demasiado enfermo para hacer ejercicio?
El resfriado común no tiene por qué ser un impedimento. En general, puedes hacer ejercicios leves a moderados si presentas síntomas por encima del cuello, como goteo de la nariz, congestión nasal, estornudos o dolor de garganta leve. Sin embargo, si presentas síntomas por debajo del cuello, como acumulación de flemas en los bronquios, tos áspera o malestar estomacal, retrasa el entrenamiento. Tampoco hagas ejercicio si tienes fiebre, fatiga, dolores generalizados en los músculos o una enfermedad contagiosa.
¿Sin dolor no hay gloria? ¡De ninguna manera!
A la hora de hacer ejercicio, el famoso dicho «Sin dolor no hay gloria» no es un buen consejo. El ejercicio no debería doler. A lo sumo, puedes sentir un poco de dolor muscular cuando practicas una actividad o un entrenamiento nuevo. Si sientes dolor, mareos, náuseas o falta de aire durante el ejercicio, detente. Es posible que te estés esforzando demasiado.
Estar en forma: tómalo con calma
Cuando se trata del ejercicio, establece un objetivo que lograr. Comienza con metas sencillas y luego avanza hacia objetivos de mayor alcance. Recuerda establecer metas realistas y alcanzables. Es fácil frustrarse y darse por vencido si las metas son demasiado ambiciosas. Si hace tiempo que no te ejercitas, una meta a corto plazo puede ser caminar durante 10 minutos, 5 días a la semana. Una meta intermedia puede ser caminar durante 30 minutos, 5 días a la semana. Un objetivo a largo plazo puede ser completar una caminata de 5 kilómetros.
¿La actividad física es una obligación? ¡Ya no más!
Es más probable que adhieras a un programa de ejercicios si te diviertes. Si no disfrutas de tus entrenamientos, prueba algo diferente. Únete a una liga de volley o de softball. Toma una clase de bailes de salón. Cambia tus zapatillas por un traje de baño. Recuerda, el ejercicio no tiene por qué ser monótono.
¿Haces ejercicio regularmente? ¡Lleva un registro de tu progreso!
Si haces ejercicio con regularidad, felicitaciones. Sigue así. Llevar un diario de ejercicios puede ayudar. Registra lo que hiciste durante cada sesión de ejercicio, el tiempo ejercitado y cómo te sentiste después. Hacer un seguimiento de tus esfuerzos puede ser un buen recordatorio de que estás progresando constantemente hacia tus objetivos de acondicionamiento físico.
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